
Las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias del 11 de Agosto pasado (conocidas por su sigla PASO) resultaron en un baldazo de agua helada para el gobierno de Mauricio Macri y un poco más del 32% del electorado y pusieron al peronismo (con más del 47% de los votos) a un paso de retornar al poder el próximo 10 de Diciembre.
Con estos resultados contundentes, cabe preguntarse enprimer lugar si es que puede decirse que el Presidente Macri fracasó en su intento de desacoplar Argentina de su pasado populista.
Si bien se trató de elecciones primarias de los partidos políticos (y por tanto la primera vuelta y eventual ballotage tendrán lugar recién a fines de Octubre y Noviembre), éstas implican que el candidato K impuesto por Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández, ya se esté probando la banda y el bastón presidencial.
Aunque macristas, peronistas anti K residuales, vecinos uruguayos, chilenos, populistas de derecha, Wall Street, el FMI (que financió como nunca antes a este gobierno), los mercados (de lo que sea), el empresariado español, un desorientado Mercosur, la Unión Europea y tantos otros, esperan todavía un milagro, el resultado electoral parece difícil de revertir y más bien se espera un triunfo kirchnerista peronista en primera vuelta. Bien digo kirchnerista peronista, en ese orden, porque no caben dudas que Cristina Fernández de Kirchner (CFK) es hoy la jefa máxima del partido del General Perón. Pareciera entonces que mi primera pregunta debiera ser contestada por la afirmativa.
En segundo término, uno se pregunta si es que será posible que con Alberto Fernández (AF) puedan volver a gobernar Argentina quienes ni quisieron entregarle la banda presidencial a Mauricio Macri a fines de 2015 cuando aquél ganó las elecciones legítimamente, pues CFK y sus seguidores habían decidido públicamente entregar el gobierno, pero jamás el poder. Algunos asumen así -y como un déjà vu, que muchos personajes del anterior gobierno, con procesos penales abiertos por corrupción, podrían volver ahora como mártires de la derecha y el imperialismo, a ocupar espacios en la vida pública argentina. ¿Será?
Quiero pensar no y que en cualquier caso resulta prematuro dar una respuesta, lo que dependerá en definitiva de la voluntad personal y poder real y efectivo de maniobra que tendría AF; al candidato peronista, inteligencia, preparación y habilidad política le sobran. Por tanto, si la fórmula “Fernández (designado) – Fernández (designante)” terminara finalmente triunfando, ello no será precisamente porque las hordas peronistas se robaron las urnas, sino simplemente porque un creciente número de argentinos pareciera desear que Macri se vaya y por más que se diga que es por falta de educación y valores republicanos, o por votar con el bolsillo, o por los fracasos económicos del gobierno, o porque el pueblo es peronista, cierto será también que ello es porque CFK jugó magistralmente bien sus pocas cartas y a su vez AF le aportó todos los votos que a ella le faltaban. O por todas esas razones a la vez…
Una tercera preguntaes si quienes cambiaron su voto, de veras esperaban del gobierno de Mauricio Macri lo que ni Harry Houdini o David Copperfield podrían lograr en términos de mejora económica y social -y menos aún en tan solo cuatro años- y por tanto, impiadosa e injustamente, castigaron al gobierno con su voto. O, además, ¿es que existen otras razones más profundas y preocupantes por desentrañar? En parte, creo esto último y trato de explicarlo.
Así se dice, por un lado, que el actual gobierno frívolamente prometió un cambio que no se materializó en lo básico y esencial al votante medio, y por otro, que no hay nada que hacer porque el pueblo es peronista de alma, y hasta se dice que Macri –como otros no peronistas- fue llamado solo a ordenar un poco la casa y tomar las medidas antipáticas, para que luego la fiesta, y el pan y circo continúen.
En este último caso, y parafraseando la famosa frase de la campaña política de Bill Clinton en 1992, lejos de ser la economía, bien podría decirse que ¡es el peronismo, estúpido!
Cuarto, y para aportar más elementos de posible respuesta a todas mis preguntas, me detengo en lo que viene sucediendo a nuestra delicada economía, antes y después de las PASO.
Empezando por lo último, las PASO ya están dejando heridos en lo económico y financiero y los daños no resultan todavía cuantificables, lo que invita a reflexionar acerca de los peligros de votar con tanta anticipación a un eventual cambio de gobierno. Pues la mega devaluación del peso (más del 30%) no tardó en llegar a primera hora del lunes 12, con el consecuente rebrote inflacionario que quizás lleve aquélla por encima del 4% sólo en Agosto. Resulta difícil estimar cuánta más devaluación se trasladará finalmente a los precios y se habla livianamente de hiperinflación, fuga de capitales y default por doquier, lo que es desde ya funcional a la oposición y a quienes quisieran ver al presidente irse antes de tiempo, lo que desde ya no sería sano para la democracia. Mientras tanto, la tasa del riesgo país trepó de 900 a 2500 puntos y la de interés, en pesos, ya roza el 100% anual, con todo lo que ello apareja. El clima social y la confianza distan de ser el mejor; no puede tampoco dejar de preguntarse qué habría pasado si era el actual gobierno quien ganaba las PASO… En cualquier caso, ya se ve que la democracia no pasa por votar más veces y mucho menos, con tanta anticipación.
Para colmo, en lo que pareciera ser un manotazo de ahogado, el gobierno macrista decretó, entre otras medidas, la rebaja de impuestos a bienes integrantes de la canasta básica, lo que no parece que resulte ya ni en ayuda humanitaria a los más necesitados y menos aún se traduzca en votos, y que lleva a preguntarse ¿en tal caso, por qué no las tomó antes?, lo que evitaría la acusación de improvisado y pseudo populista. Y por más transitorias que hayan sido las recientes medidas dirigidas a preservar las reservas monetarias, las restricciones impuestas muestran al gobierno implantando un control de cambios, aunque en versión muy light, lejos de cualquier expropiación de dólares a ahorristas, como hemos visto en el pasado.
Y más allá de las PASO, no se puede soslayar que el gobierno del Presidente Macri cometió muchos errores desde el principio mismo de su gestión; para comenzar, por creer ingenuamente que la inflación, pobreza extrema, excesivo gasto, déficit de las cuentas públicas y estancamiento económico de larga data, podrían ser combatidos con poco más que un cambio de vientos políticos, imagen exterior y bonanza económica mundial por entonces. Cuando las condiciones externas cambiaron –y el mundo se resfrió, salió disparando del gradualismo y, por tener las defensas bajas, nos agarramos tos convulsa.
Claro que resulta fácil criticarlo por “no ir a fondo con las reformas” (en la tribuna todos somos directores técnicos) pero si el Presidente Macri buscaba solucionar de golpe muchos de los problemas que vienen de 70 años atrás, no dudo que los sindicatos le incendiaban el rancho.
Quinto, ¿qué chances entonces –si alguna- le quedaban al gobierno a fines de 2015 al encontrarse con un campo intencionalmente minado y con tantos descalabros macroeconómicos heredados? Ya se ve que buscar racionalidad económica e institucional, así como paliativos a las urgentes necesidades del más de 30% de pobres, ya se ve que no alcanzó y los resultados electorales están a la vista. Quizás Macri falló también en lo comunicacional y lejos de pedirle que hablase de sangre, sudor y lágrimas a lo Churchill, calló demasiado sobre la herencia recibida, quizás por creer que una gestión honesta, transmisión de optimismo y buena reputación exterior podrían alcanzarle.
Quiero incluso pensar que aunque el gobierno de Mauricio Macri hubiera hecho casi todo bien, sus chances de reelección también habrían estado en jaque y que si ganó por entonces fue por una combinación de hartazgo de parte de la sociedad (incluidos peronistas) y de un error de cálculo de CFK, quien impuso como sucesores a Frankestein y Drácula, lo que le costó perder por mínimo margen.
¿Será entonces que ¡es el populismo, estúpido!? Pareciera, pues el Kirchnerismo ha sabido combinar a la perfección todos los ingredientes necesarios para generar en el votante medio argentino la idea de que “Con Cristina estábamos mejor” Y esta vez, con su apuesta por Alberto Fernández, no falló.
De allí que mi última pregunta sea ¿quién es Alberto Fernández? De asumir éste la presidencia ¿podrá irnos mejor como país? Yo creo que las condiciones las puso y eso, en tal caso, sería muy bueno.
Como ya anticipé, a AF inteligencia, lucidez y preparación no le faltan. Es abogado, profesor de Derecho y un político de raza, formado en el peronismo menemista, duhaldista y kirchnerista de la primera hora, que ocupó importantes cargos no electivos en la esfera política y fue el jefe de campaña y de gabinete de Néstor Kirchner y luego de CFK hasta que se peleó con ella en 2011, reconciliándose hace poco más de 6 meses. Sus críticos ven en él una particular habilidad para ir toujours devant de celui qui arrive.
Lo cierto es que algunos que no lo votaron ya ven en él una suerte de luz al final del camino, lo que abre a debate si AF significará volver a viejas y fracasadas recetas políticas, institucionales y de cerrazón económica al mundo, o por el contrario, lejos de ser un títere de CFK, optará por continuar la senda de la modernidad y normalidad, reunificando el peronismo detrás de sí. No es menor destacar que Argentina es un país presidencialista en el que el Poder Ejecutivo reside en una sola persona.
Si consiguió en poco más de cuatro meses que quince gobernadores peronistas acompañaran su fórmula con Cristina, ¿por qué no lo lograría? Igualmente, para no ilusionarse demasiado los macristas, si es por algunos populistas de marca que lo rodean, por más habilidad que tenga, pareciera difícil que AF pueda ganarle a la incertidumbre reinante, pues si a Macri los inversores no le llegaron a tiempo por miedo a que pasara lo que finalmente pasó el 11-8, a AF le demorarían mucho más.
A la par de brindar algunas definiciones positivas sobre la inconveniencia de cerrar la economía, que el Mercosur es un lugar central para Argentina y que Brasil es nuestro principal socio, a AF no lo ayuda haber declarado al Wall Street Journal que Argentina está en default virtual y que si él llega a la Casa Rosada el 10 de Diciembre, lanzará un plan para alentar el consumo y no le va a pedir permiso al FMI para hacerlo, más allá que pareciera que tan solo está hablando para la tribuna.
Como crítica a ambos candidatos resulta lamentable que Macri y AF ni por código morse se comuniquen, siendo que resulta obvio que sin acuerdo político y espíritu de grandeza los sobresaltos serán mayores. El mundo exterior nos observa con preocupación y le llevará tiempo digerir el posible cambio de timón. ¿Será entonces que ¡es la maldita grieta populista, estúpido!? Y las responsabilidades están compartidas desde ya porque unos y otros parecieran desear que the winner takes it all; the looser has to fall, lo que es lamentable.
Un particular desafío de AF, si finalmente gana, será también no tirar por la borda el liderazgo latinoamericano y respeto ganado por el país en los últimos cuatro años, lo que no es poco. Ya ha dicho que lo de Maduro en Venezuela es deplorable y con eso traza una línea positiva desde ya.
En tal caso, no tendrá menos dificultades que el actual presidente frente al populismo extremo que también lo apoyó ahora. Néstor Kirchner, en su discurso inaugural del 25 de Mayo de 2003 postulaba que Argentina fuera un “país normal”, lo mismo que “relaciones maduras con los Estados Unidos” y “traje a rayas para los evasores” ¿Será entonces AF capaz de hacer verdad las aspiraciones inicialmente manifestadas por su jefe y amigo?; ¿lo querrá?; ¿lo dejarían?
Yo me limito a pedirle a AF que si gobierna Argentina desde el próximo 10 de Diciembre, haciendo gala de su inteligencia, habilidades y ambiciones, que siempre abogue por el respeto a los contratos, la observación irrestricta de la rule of law, el federalismo, la independencia de poderes y republicanismo, con más y mejores checks & balances. También, que luego del juramento se tome enseguida un avión para visitar –y aplacar- a Jair Bolsonaro, a Donald Trump, al FMI, a los inversores españoles, pero también a Putin y a Xi Jinping; eso sí, que no demore mucho en volver cada vez que salga del país pues eso implica dejarle el gobierno a la vice; esto último también se lo vamos a agradecer, nosotros y nuestros oídos.
Lo cierto es que AF, si gana, bien que podría perfectamente hacer historia, y de la buena.