Nuevas líneas de financiación a largo plazo que estimulan las inversiones productivas

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NUEVAS LÍNEAS DE FINANCIACIÓN A LARGO PLAZO QUE ESTIMULAN LAS INVERSIONES PRODUCTIVAS

En los últimos 12 años la Argentina fue un mercado de pruebas en el que se testeó la teoría según la cual el impulso a la demanda, fogoneada con intervenciones en la estructura de precios relativos a través de diversos subsidios, con aumentos de salarios que no se correspondieron con aumentos en la productividad y con crecimiento del gasto público, repercutiría en nuevas inversiones y en una mayor oferta de trabajo generando un círculo virtuoso de crecimiento. El experimento dio como resultado un enorme déficit fiscal, altísima presión impositiva, inflación, estancamiento económico, atraso cambiario, caída de exportaciones y pérdida de reservas en el BCRA. En una palabra, la demanda incentivada artificialmente no trajo aparejadas las necesarias inversiones que la abastecieran de bienes y servicios y provocó consecuentemente los desequilibrios mencionados.

Jean Baptiste Say economista francés del siglo XVII acuñó el principio que define que la oferta genera su propia demanda. Traducido significa que el impulso en la economía está dado por las inversiones y su consecuencia, el vuelco de nuevos productos al mercado, implica una demanda suficiente para comprarlos. Esta vieja discusión entre economistas, el estímulo a la demanda vs el estímulo a la oferta de bienes, empieza su segundo round a partir de la asunción del nuevo gobierno.

Tan es así que en esta etapa, comprender el significado de la ley de Say, planteada al menos en forma sintética, nos ayuda a identificar las políticas que en materia económica se están tomando. El sinceramiento en los servicios públicos con su impacto en el reacomodamiento del resto de la estructura de precios relativos que desató aumentos en el nivel general de precios en el primer semestre, además del encuadre del sector externo (salida del cepo, arreglo con hold outs) fueron medidas que apuntaron en forma directa a generar confianza en los inversores.

En esta nueva etapa que comienza a partir de la segunda mitad del año, el Gobierno está ofreciendo al mercado líneas de financiamiento que apuntan a fondear esas inversiones con el objeto de volver a mover la máquina productiva aumentando la oferta de bienes en la economía, producidos con suficiente eficiencia para sostener el poder adquisitivo de los salarios y volumen para crear nuevos puestos de trabajo.

En este sentido el Ministerio de Producción está utilizando al BICE (Banco de Inversión y Comercio Exterior) como vehículo para que en su calidad de banco de segundo piso fondee a la banca comercial con líneas que van hasta 15 años de plazo y que para las Pymes tienen un costo de 4,5% sobre BADLAR con un techo del 23% nominal anual. Se agrega la posibilidad de obtener una rebaja de hasta 4% para empresas con facturación inferior a los $ 45 millones al año. A su vez, antes de fin de julio estará lanzando la línea “Mi primer crédito Pyme” junto al BNA cuyas condiciones dará a conocer en breve pero con tasas que no excederán el 17% anual. En cuanto a líneas en dólares destinadas a aquellas empresas que generan divisas a través de su actividad exportadora, ya se está llegando a plazos de hasta 60 meses con tasas del 8% anual.

Al paquete se suma la Sepyme que licitará a los bancos privados cupos para financiar capital de trabajo e inversiones con subsidios de hasta seis puntos sobre la tasa de la Línea de Inversión Productiva que hoy es del 22% anual. El monto máximo por crédito es de $ 10 millones. Bonificará a su vez 2 puntos adicionales a aquellas empresas que no hubieran recibido financiación en los últimos 12 meses por un monto superior a $ 1 millón, estimulándolas así a tomar crédito con destino a sus inversiones.

En materia macroeconómica queda pendiente el control de la inflación. En este sentido, si bien no se percibe por ahora una reducción del déficit fiscal, el sinceramiento de los desequilibrios comentados posibilita su financiación con emisiones de deuda, lo que sumado a la política de baja paulatina de tasas de interés del BCRA y al aumento de las reservas, aumenta la preferencia por la liquidez, baja la velocidad de circulación del dinero y atenúa las presiones inflacionarias.

Más allá de las teorías económicas en disputa, lo cierto es que los empresarios están frente a una oportunidad de invertir en el marco de una política dispuesta a crear y mantener las condiciones necesarias para aumentar la oferta de bienes y servicios con eficiencia y capacidad competitiva. Algunas herramientas ya están a la mano.

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