A propósito del nuevo Régimen de Promoción de la Economía del Conocimiento en la Argentina:
Largo plazo en medio de la coyuntura.
Por Rafael Pereyra Zorraquin
El régimen promueve una verdadera suba en la calidad, competitividad y aumento en las exportaciones para la creación, diseño, desarrollo, producción e implementación o adaptación de productos y servicios y su documentación técnica asociada, tanto en su aspecto básico como aplicado, incluyendo el que se elabore para ser incorporado a procesadores y/u otros dispositivos tecnológicos, que incluye un gran abanico de actividades, entre las que se destacan las relacionadas con software y servicios informáticos y digitales; producción y postproducción audiovisual; biotecnología, ingeniería genética; servicios geológicos, servicios relacionados con la electrónica y las comunicaciones, servicios profesionales, únicamente en la medida que sean de exportación; nanotecnología y nanociencia; industria aeroespacial y satelital; fabricación, de bienes y servicios orientados a soluciones de automatización exclusivamente caracterizado por el uso de tecnologías de la industria 4.0, tales como inteligencia artificial, robótica e internet industrial, etc.
Como se ha dicho, se trata de la expansión de la ley de promoción de la industria del software, vigente desde 2004 que permitió elevar de 20.000 a 120.000 la cantidad de empleados y un incremento en las exportaciones de USD 100.000.000 a USD 1.800.000.000. Se espera que los servicios basados en el conocimiento, pasen de los USD 6.000.000.000 actuales, a los USD 15.000.000.000 en 2030.
Los beneficios del régimen son los siguientes: 1) estabilidad fiscal hasta el 31 de diciembre de 2029, 2) reducción de contribuciones patronales, 3) bono de crédito fiscal de 1,6 veces las contribuciones mencionadas para aplicar a Ganancias e IVA, 4) alícuota reducida del 15% en ganancias, 5) no retenciones ni percepciones de IVA y 6) el art. 12 de la Ley funciona como una suerte de Tratado para Evitar la Doble Imposición general, ya que permite la deducción de todos los tributos análogos pagados o retenidos en el exterior.
En definitiva, este régimen, potenciación del que comenzó durante el gobierno de Néstor Kirchner y que creció exponencialmente durante el actual, constituye una verdadera política de estado en una Argentina que las necesita con urgencia.